El estrés es cualquier cambio en el entorno que
requiere que tu cuerpo reaccione y en respuesta, se ajuste. El cuerpo reacciona
a estos cambios con respuestas físicas, mentales y emocionales.
Si bien el estrés es una parte normal de nuestra
vida, no deja detener un impacto. Por ejemplo, es posible que se experimente un
dolor de estómago antes de hacer una presentación; o un mayor estrés agudo, ya
sea causado por una pelea con tu cónyuge o por una catástrofe como un terremoto
o un ataque terrorista. Múltiples estudios han demostrado que estas tensiones
emocionales repentinas, especialmente la ira, pueden desencadenar ataques cardíacos,
arritmias e incluso muerte súbita. Aunque esto sucede principalmente en
personas que ya tienen enfermedades del corazón, algunas personas no saben que
tienen un problema hasta que el estrés agudo provoca un ataque al corazón o
algo peor.
Ahora bien, el cuerpo humano está diseñado para
experimentar el estrés y reaccionar ante él, incluso puede ser positivo, como el
que se experimenta al conseguir una promoción de trabajo o cuando una situación
nos ayuda a mantenernos alerta y listos para evitar el peligro. Pero el estrés
se vuelve negativo cuando enfrentamos desafíos continuos sin alivio o relajación
entre dichos desafíos. Como resultado, experimentamos angustia y se genera la
tensión relacionada con el estrés. Por esta razón es muy importante encontrar
mecanismos que nos ayuden a manejar y reducir el estrés.
De todos es conocido los beneficios que aporta a la
salud la realización de ejercicios de forma regular. El ejercicio se considera
vital para mantener la aptitud mental ya que ayuda a reducir el estrés. Los
estudios demuestran que es muy eficaz para reducir la fatiga, mejorar el estado
de alerta, la concentración y para mejorar la función cognitiva general. Esto
puede ser especialmente útil cuando el estrés ha agotado la energía y capacidad
de concentrarse de una persona.
Cuando el estrés afecta al cerebro, con sus muchas
conexiones nerviosas, el resto del cuerpo siente el impacto también. Así que es
lógico que si el cuerpo se siente mejor, también lo hará la mente. El ejercicio
y otras actividades físicas producen endorfinas, que son sustancias químicas en
el cerebro que actúan como analgésicos naturales y también mejoran la capacidad
de dormir, lo que a su vez reduce el estrés. La meditación, la acupuntura, la
terapia de masajes, incluso la respiración profunda puede hacer que el cuerpo
produzca endorfinas.
Los científicos han encontrado que la participación
regular en el ejercicio aeróbico ha demostrado disminuir los niveles generales
de tensión, elevan y estabilizan el estado de ánimo, mejoran la calidad de sueño
y la autoestima. Incluso cinco minutos de ejercicio aeróbico pueden estimular
los efectos anti-ansiedad.