Todavía
existen entre los profesionales del fitness y público en general, ideas o conceptos
erróneos que rodean el ácido láctico (lactato), quienes lo consideran la causa
principal de la fatiga durante el ejercicio, así como la causa del Dolor
Muscular de Aparición Tardía (DMAT o DOMS por sus siglas en inglés) que a veces
se sufre luego de 12 a 72 horas de haber realizado ejercicio. Además, también
fue considerado erróneamente como un subproducto de desecho del metabolismo que
puede afectar el rendimiento deportivo si se le permitía acumularse dentro de
la célula muscular.

Otra fuente de
confusión, es la diferencia entre 'el ácido láctico’ y de ‘lactato’. Aunque el
ácido láctico se produce como un subproducto de la descomposición de la glucosa
(glucólisis) cuando la demanda de
energía excede la disponibilidad de oxígeno, es un ácido débil que implica que
fácilmente se disocia en agua, el componente principal del sarcoplasma, donde
tiene lugar la glucólisis. Los productos de esta disociación son la formación
de un ión de lactato (cargado negativamente) y un ión de hidrógeno (con carga
positiva). De manera que, técnicamente, aunque el ácido láctico se considera
generalmente un término común cotidiano, en realidad nos estamos refiriendo a
la presencia de lactato (L-) e hidrógeno (H+) en el cuerpo humano. Y es en
realidad estos iones (H+) y no el lactato los que disminuyen el pH del tejido
que interfiere con la acción de los músculos. La disminución del pH en
cualquier tejido (por ejemplo: células, sangre) se llama acidosis.
¿Cómo
podemos evitar la acumulación de ácido láctico? Con un programa de entrenamiento bien diseñado
el organismo desplegará mecanismos adaptativos que harán que el ácido láctico
no se acumule tan rápidamente, y si comenzará a hacerlo, el músculo lo soportará
de forma más efectiva.