Todavía
existen entre los profesionales del fitness y público en general, ideas o conceptos
erróneos que rodean el ácido láctico (lactato), quienes lo consideran la causa
principal de la fatiga durante el ejercicio, así como la causa del Dolor
Muscular de Aparición Tardía (DMAT o DOMS por sus siglas en inglés) que a veces
se sufre luego de 12 a 72 horas de haber realizado ejercicio. Además, también
fue considerado erróneamente como un subproducto de desecho del metabolismo que
puede afectar el rendimiento deportivo si se le permitía acumularse dentro de
la célula muscular.
Por el
contrario, investigaciones nos han revelado que el ácido láctico (lactato) es
más amigo que enemigo y en realidad sirve como reserva de energía viable para
nuestras dos vías aeróbicas y anaeróbicas. Si bien es cierto que la acumulación
de este subproducto durante el ejercicio intenso puede alterar el pH del
músculo e impedir la contracción muscular al mismo tiempo que activa los
receptores del dolor (por ello el dolor muscular agudo), este problema
normalmente se resuelve dentro de 30 a 60 minutos después del cese de una
sesión de ejercicio. El DMAR experimentado durante las horas posteriores al día
no tiene nada que ver con este subproducto metabólico, sino que está más
alineado con micro traumatismos que ocurren dentro de las fibras musculares
debido a las cargas o los volúmenes de acción muscular excéntrica excesivas o
para las cuales los músculos de un individuo no están debidamente acondicionados.
Otra fuente de
confusión, es la diferencia entre 'el ácido láctico’ y de ‘lactato’. Aunque el
ácido láctico se produce como un subproducto de la descomposición de la glucosa
(glucólisis) cuando la demanda de
energía excede la disponibilidad de oxígeno, es un ácido débil que implica que
fácilmente se disocia en agua, el componente principal del sarcoplasma, donde
tiene lugar la glucólisis. Los productos de esta disociación son la formación
de un ión de lactato (cargado negativamente) y un ión de hidrógeno (con carga
positiva). De manera que, técnicamente, aunque el ácido láctico se considera
generalmente un término común cotidiano, en realidad nos estamos refiriendo a
la presencia de lactato (L-) e hidrógeno (H+) en el cuerpo humano. Y es en
realidad estos iones (H+) y no el lactato los que disminuyen el pH del tejido
que interfiere con la acción de los músculos. La disminución del pH en
cualquier tejido (por ejemplo: células, sangre) se llama acidosis.
¿Cómo
podemos evitar la acumulación de ácido láctico? Con un programa de entrenamiento bien diseñado
el organismo desplegará mecanismos adaptativos que harán que el ácido láctico
no se acumule tan rápidamente, y si comenzará a hacerlo, el músculo lo soportará
de forma más efectiva.