La propiocepción es el sentido que
informa al organismo de la posición de las partes corporales. Regula la
dirección y el rango articular del movimiento y permite las reacciones y
respuestas reflejas automáticas. Participa en el desarrollo del esquema
corporal en relación al espacio y da soporte para la realización de las
acciones motoras. También participa en el equilibrio o la coordinación. Es
importante en los movimientos comunes que realizamos diariamente y,
especialmente, en los movimientos deportivos que requieren una coordinación
especial.
A través de los propioceptores, se
activan los reflejos básicos que permiten ajustes tanto a nivel músculo-tendinoso
y en los componentes de estabilidad propios de la articulación, que envían
información constantemente sobre la posición del cuerpo, grado de
alargamiento-acortamiento y tensión muscular, rapidez, ángulo de movimiento,
aceleración del cuerpo y equilibrio. Esta información es procesada a través del
sistema nervioso central para realizar los ajustes necesarios en cada momento y
generar los movimientos adecuados para, por ejemplo, evitar lesionarnos durante
la práctica deportiva. En este sentido, podríamos decir que el sistema
propioceptivo se comporta como un sistema de defense.
Además de constituir una fuente de información somato
sensorial a la hora de mantener posiciones, realizar movimientos normales o
aprender nuevos, bien cotidianos o dentro de la práctica deportiva, cuando
sufrimos una lesión articular, el sistema propioceptivo se deteriora
produciéndose un déficit en la información propioceptiva que le llega al
sujeto. De esta forma, esa persona es más propensa a sufrir otra lesión.
Además, disminuye la coordinación en el ámbito deportivo.
Es
sabido también que el entrenamiento propioceptivo tiene una transferencia
positiva de cara a acciones nuevas similares a los ejercicios que hemos
practicado. A través de este entrenamiento, el deportista aprende sacar ventaja
de los mecanismos reflejos, mejorando los estímulos facilitadores que aumentan
el rendimiento y disminuyendo las inhibiciones que lo reducen.
Principios en el diseño de programas de entrenamiento
propioceptivo:
Al igual que cuando se diseña otros programas
de entrenamiento, el entrenamiento propioceptivo debe cumplir con ciertos
principios fundamentales para una adecuada planificación.
Principio de unidad
funcional: desde el punto de
vista del entrenamiento, este principio da una idea de lo que significa aplicar
una visión global al programa al afirmar que el organismo funciona como un
todo. Cada uno de los órganos y sistemas está relacionado con el otro. A nivel
morfológico y funcional esto nos lleva a considerar que deberíamos prestar
atención de forma general cuando aplicamos estímulos a través de alguna de las
partes o sistemas.
El principio de especificidad: nos lleva a
considerar que para incidir en la estimulación propioceptiva, hemos de diseñar
ejercicios que estén relacionados con las cualidades que estimulan este
sistema, es decir, el trabajo de estabilidad, equilibrio, coordinación, control
postural, etc.
El principio de sobrecarga: dice que debemos
estimular los sistemas lo suficiente para que se produzca una adaptación pero
no demasiado para no entrar en fatiga. Se trata de averiguar el umbral óptimo
de estimulación. Comenzaremos con ejercicios simples e iremos progresando en
base a la adaptación propia del deportista e incrementando la carga a medida
que su organismo y sistemas se van adaptando (principio de progresión).
El principio de individualidad: es un principio
básico fundamental en la rehabilitación y en el deporte. Es contradictorio el hecho
de que en muchos lugares aún se sigan aplicando métodos y programas idénticos
para diferentes deportistas. No solo en el deporte, sino en la vida, no hay
soluciones o métodos que sean adaptables a todos. Cada programa debería
adaptarse a las costumbres, deporte practicado, necesidades, aptitudes, metas y
demás características de cada persona con el fin de obtener el máximo beneficio
possible.
El principio de recuperación: se refiere a
alternar los esfuerzos con las recuperaciones y el descanso. La recuperación es
esencial en la programación diaria, desde las pausas que hacemos entre los
estímulos que aplicamos hasta el descanso a través del sueño y también, en una
visión más global, con la aplicación de los periodos de descarga o transición
que permiten elevar nuestros niveles de desempeño. Un programa estricto,
demasiado definido, puede llevarnos al agotamiento y debemos aplicar tiempo
para el descanso.