Cuando
sudas, respiras profundamente y sientes que tu corazón se acelera, no solo
significa que estás haciendo un buen entrenamiento, estos factores fisiológicos
también son vitales para que tu cuerpo mantenga un estado de homeostasis. La
homeostasis se define como un entorno constante y en equilibrio a pesar de los
cambios externos, como el ejercicio. El ejercicio afecta la temperatura de tu
cuerpo, los niveles de oxígeno en la sangre, los niveles de azúcar y la
hidratación, todas estas propiedades necesarias para su supervivencia. Tu
cuerpo utiliza un sistema de retroalimentación automático para preservar la
temperatura normal y los niveles de agua, para que pueda seguir haciendo
ejercicio. Por eso es importante alimentarse adecuadamente y tomar muchos
líquidos para ayudar al cuerpo a mantener la homeostasis.
Ejercicio

Corazón
Tu sistema
cardiovascular se encarga de suministrar sangre y nutrientes a los músculos que
están trabajando y de mantener la temperatura de tu cuerpo dentro de un rango
normal. Durante un entrenamiento, los músculos que estás ejercitando necesitan
más oxígeno, tu cuerpo responde aumentando la cantidad de sangre que tu corazón
está bombeando y moviendo esa sangre de los órganos inactivos a los músculos
activos. Se liberan hormonas para indicar que tu ritmo cardíaco aumente para
que pueda suministrar más sangre oxigenada y nutrientes a donde más los
necesita. A medida que los vasos sanguíneos se dilatan, también experimentarás
un aumento en la presión arterial.
Temperatura corporal
A medida
que tu cuerpo convierte los alimentos en energía durante el ejercicio, produce
calor como producto de desecho. Este calor adicional puede elevar la
temperatura de tu cuerpo por encima de los típicos 98.6 grados. Para mantener
la homeostasis, los vasos sanguíneos de la piel se dilatan para permitir que la
sangre fluya hacia la superficie de tu cuerpo, donde dispersa el calor. No
sentirás la vasodilatación, pero ciertamente te sentirás sudando. La
evaporación del sudor y la exhalación de aire caliente también sirven para
ayudar a enfriar el cuerpo y, por lo tanto, mantener una temperatura constante.
Hidratación
Si no
comes y bebes adecuadamente, afectará tu respuesta homeostática. Tu cuerpo
necesita agua para mantener una temperatura y un volumen de sangre normales,
pero la sudoración puede deshidratarlo. La deshidratación disminuye el volumen
de sangre, lo que puede detener el flujo de sangre a la piel y hacer que se
sobrecaliente. En consecuencia, se experimentará una disminución de la fuerza y
resistencia muscular, disminución del estado de alerta y mayor riesgo de
lesiones. Según la Universidad Estatal de Montana, se debe beber 16 onzas de
líquidos 2 horas antes del ejercicio, consumir líquidos regularmente durante el
ejercicio y tomar 16 onzas de líquido por cada libra perdida durante el
entrenamiento.
Nivel de glucosa
Tu cuerpo
descompone los carbohidratos en glucosa para satisfacer las necesidades
energéticas inmediatas. Almacena glucosa extra como glucógeno en el hígado y
las células musculares. Cuando los niveles de glucosa en la sangre disminuyen
durante el ejercicio, puedes experimentar debilidad y mareos, por lo que
dependes de las reservas de glucógeno para aumentar tus niveles de glucosa en
la sangre. Puedes maximizar tus reservas de glucógeno consumiendo una dieta
alta en carbohidratos, que es aproximadamente el 60 por ciento de tus calorías
totales, pero eso dependerá de tus metas y del programa de ejercicios que estés
siguiendo. Enfócate en consumir más frutas, verduras y granos. La Academia de
Nutrición y Dietética recomienda un refrigerio después de un entrenamiento de
intensidad moderada a alta, que consista de carbohidratos de fácil digestión y
proteína.