Cuando
se hace ejercicio, el ritmo cardíaco puede aumentar de un promedio de descanso
de 72 latidos por minuto, a 200 o más dependiendo de la condición física y edad
de la persona. Conforme se adquiere una mejor condición física, el corazón se
vuelve más fuerte y el ritmo cardíaco en descanso disminuye. Las personas que
están en forma, con frecuencia tienen ritmos cardíacos bajos en reposo; este
ritmo en atletas altamente entrenados puede ser tan bajo como 30 latidos por
minuto.
Vasos sanguíneos
Cuando
una persona se ejercita, la hormona adrenalina provoca que sus vasos sanguíneos
se expandan de manera que un volumen de sangre mayor al normal pueda pasar
mediante ellos. Esto se llama vasodilatación, una respuesta a corto plazo del
cuerpo al ejercicio, y es una de las razones por la que los vasos sanguíneos
pueden volverse más prominentes durante el ejercicio.
Como
respuesta a largo plazo, el cuerpo establece nuevos capilares para que el
oxígeno pueda entregarse mejor, y se pueda remover más dióxido de carbono de los
músculos en movimiento.
Sangre
Durante
el ejercicio, la sangre se desvía de órganos no esenciales, como aquellos involucrados
con el sistema digestivo y reproductivo, y se dirige hacia los músculos. Esto
se llama acumulación de sangre y asegura que los músculos que están trabajando
obtengan el oxígeno que necesitan. Una vez terminado el ejercicio extenuante,
es importante ayudar a que esa sangre acumulada se mueva de los músculos y
regrese a la circulación general, lo que comúnmente se logra realizando un proceso
de enfriamiento que consista en ejercicio cardiovascular ligero y
estiramientos.
La
sangre contiene tres tipos diferentes de células: las células blancas que
combaten las infecciones, plaquetas que ayudan a la coagulación de la sangre y
las células rojas que transportan el oxígeno. Dichas células están suspendidas
en un líquido llamada plasma, que es principalmente agua. Cuando se realiza
ejercicio, las células sanguíneas se saturan con oxígeno en su esfuerzo para
asegurar que cantidades suficientes de este componente estén disponibles para
los músculos. Como beneficio a largo plazo del ejercicio, la cantidad de
células rojas aumentan conforme se adquiere mejor condición, y así la persona
se vuelve más hábil para transportar mayores cantidades de oxígeno en su
cuerpo.